Miércoles 20 de Marzo. Los Discos de Farlonga
La Foule
Alguna vez les conté que uno de mis amigos de la infancia, tenia a su abuelo frances, un tipo que si bien vivia en el oeste de la provincia seguia en su cabeza viviendo en Romagnieu, tenia y cuidada sus quesos, sus condimentos, y tus platos típicos que nos contaba y preparaba.
No solo nos llevaba a Francia gastronómicamente o con sus historias y relatos sobre la guerra y la resistencia sino que además el viaje era musical en su galpón siempre sonaba música francesa, y mayormente sonaban artistas de la resistencia.
Un tema que me gustaba era La Foule, un tema que después escuche por otros cantantes, y es que el tema que cantaba Edith Piaf no estaba compuesta por ella y tiene una larga historia que increíblemente arranca en Villa Luro, donde en 1911 nace Ángel Amato conocido como Ángel Cabral, guitarrista, compositor que tuvo una carrera en el vals y el tango.
A lo largo de su carrera compuso más de 200 canciones, muchos valses peruanos, entre las más destacadas podemos nombrar: Plegaria, Errante vagabundo, Desagradecida y Que nadie sepa mi sufrir otro vals peruano, que interpreta La Piaf como (La foule) que tuvo 3 momentos de reconocimiento internacional, primero en la década de los cincuenta y después en los setenta, ya que el tema Qué nadie sepa mi sufrir fue popularizado en Latinoamérica por bolerista Julio Jaramillo.
Edith Piaf escuchó «Que nadie sepa mi sufrir» en la voz de Alberto Castillo en 1953 cuando vino a brindar una serie de shows en el Teatro Opera, y se llevo el disco a en una visita a Argentina y la hizo propia como «La foule».
Luego de la adaptación de Piaf y Rivgauche, la canción, ahora con gran orquesta y el acento levemente más marcado, se convirtió en un éxito absoluto. Y como tantos productos culturales que al viajar a Francia regresan a su país de origen (y al mundo) legitimados, ahora la creación original también cobraba más fuerza que nunca. Pero en francés.
La letra original la conocemos todos cantada ultimamente por la Sole, Lila Downs y todas las curvilineas y sensuales cantantes de la Sonora Dinamita, pero originalmente estaba claramente destinada a ser cantada por un hombre que ha sido abandonado por su amante. Cuando Piaf se lleva el tema a Francia cambia completamente la letra y mantiene la angustia en el contexto de una chica aturdida que conoce a un hombre en medio de una multitud para perderlo casi de inmediato. Podría ser el guion de una película: Una pareja se conoce en un baile, todo es fiesta, sol y alegría. También música, gritos y risas. Y el flechazo es inmediato.
Arrastrados por la multitud que nos lleva/ Nos arrastran…/ Aplastados uno al otro/ Formamos un solo cuerpo/ Y la gente sin esfuerzo/ Nos empuja, encadenados el uno al otro/ Y nos deja a ambos/ Risueños, embriagados y felices.
Pero la Foule (la multitud en castellano) los arrastra de un sitio del salón a otro, como en oleadas de personas, baile y swing. Y cuando los amantes vuelven a encontrarse y a verse a los ojos, como dos almas que hace años se separaron para volverse a encontrarse
Lucho y discuto/ Pero el sonido de su voz/ Se ahoga con la risa de los otros/ Y Lloro de dolor, furia y rabia/ Y lloro…/ arrastrada por la multitud que avanza/ Cierro los puños, maldiciendo la multitud que me roba/ Al mismo hombre que me había dado/ Y que jamás encontraré…
La canción es “La foule” (“La multitud”). Y, junto a “La vie en rose” y “Non, Je ne regrette rien”, forma el canon de canciones más exitosas de Edith Piaf.
Desde finales de los 60 entonces, su versión original y en castellano, que creció gracias a la francesa, no ha dejado de interpretarse una y otra vez. Sólo en las plataformas de música digital pueden encontrarse unas ¡700! (y seguramente debe haber más) versiones diferentes de “Que nadie sepa mi sufrir”.
En una charla de Argentores de 2012, la misma Susana Rinaldi recordó cómo, en los años 70 y viviendo en París, el sello Barclay le insistió que grabara “La foule”. Rinaldi se negó a hacerlo a menos que se reconociese a Cabral y no a Piaf como autor de la canción. Luego de muchas idas y vueltas el sello aceptó.
Garcia vamos a comer un brie en homenaje al grand-père y la piaf o un cuartirolo en homenaje a cabrarl y ue nadie sepa nuestro sufrir